INCONTINUUM

sábado, junio 04, 2022

El regreso

Siempre se regresa al lugar donde más feliz se ha estado. No es una comodidad narcisista o una resignación ante la derrota. Es darse cuenta de que todos los caminos conducen a donde pertenecemos.
 Siempre se regresa no por regresar sino para saber si -por fin- uno está listo para quedarse. 
Siempre se regresa al lugar donde más y mejor hemos podido ser nosotros mismos. A ese lugar donde no habría nada que demostrar o nada que ocultar. Donde se puede ver de frente. Si se ve desde esa perspectiva ese lugar sería tan incómodo o tan tranquilizador como el más fiel espejo al que nos enfrentamos cada día y reconocernos aunque seamos tan distintos.
Siempre se regresa al lugar donde nadie nos juzga, donde lo que se ve es lo qué hay, donde lo que queda simplemente es retomar donde lo dejamos. Donde estar de pie, en ese marco de la puerta es la única y más contundente evidencia de que -sea como sea- hemos sabido regresar y sólo ese acto es ya una declaración que culmina ahí cuando se está  frente a frente. Una especie de “separador” en esta lectura que aún no hemos terminado (y que queremos seguir alargando lo más que se pueda) en esta novela que nos desconcierta y nos atormenta pero en la que navegamos con toda familiaridad intuyendo cada nueva línea, cada nuevo capítulo. Improvisando. Interesados, involucrados, curiosos. Dispuestos. Una especie de separador que nos recuerda dónde es que nos quedamos y a partir de dónde continuaremos.

Siempre se regresa a lo que se ama y a la promesa -aun cuando siempre es sutilmente una expectativa- de que podemos ser amados. 
Siempre se regresa a donde podamos volver a empezar y donde no nos angustia pensar en un final.
Siempre se regresa a donde podemos tocar y sabremos que nos abrirán con una mirada que nos reconozca, sin menear la cabeza, sin tener un juicio en la punta de la lengua. Donde no hace falta que abran los brazos para sentirnos abrazados. Donde nos reconozcamos en esa mirada. Siempre se regresa a donde nos sentimos generosamente bienvenidos.
Siempre se regresa a donde somos el prójimo más cercano aunque nos hayamos ido tan y tan lejos y hubiésemos querido regresar distintos, listos -esta vez- para quedarnos.
Siempre se regresa a donde mostrar nuestras heridas no implica una vergüenza sino una confesión. 
Siempre se regresa a donde podemos continuar esa conversación. Donde hay puntos suspensivos.
Siempre se regresa.
Siempre