En las búsquedas infinitas
Habrá que seguir buscando. Habrá que continuar este oficio interminable de querer completarse.
Y habrá que corroborar ese daño irremediable a nuestra ternura cuando descubrimos de primera mano que la vida nunca mejoró. Al contrario se complejizó. Que hay un punto de madurez, sí, y es cuando nos soltamos -conscientes- de la ternura. Habrá entonces alguien que nos recuerde que al soltarla la llevamos -por fin- con nosotros.
Lo que realmente hace la diferencia entonces es la forma en la que asumimos que se está vivo si se está en movimiento, herido de vida más que de muerte. Y el mundo se nos escurre hacia adentro, en lo contrario a lo que sería una hemorragia.
En eso consiste lo infinito, no en el que no haya un límite o un final personalizado que nos aguarda inevitable y paciente. Absoluto. Impostergable.
En eso consiste lo infinito - la parte humana de atestiguarlo- en que nunca alcanzamos a verlo acabar con nosotros, el sosiego de sentirnos satisfechos con la única respuesta que nos da la vida. Sin una claridad del por qué llegamos y por qué nos vamos. La vida entonces es un intervalo.
Una inequívoca respuesta que se nos concede y que es: sí, continua. Porque todo termina.
En eso consiste esta vocación de cambio, haber sido expuestos a este mundo con la única certeza de darle un sentido a nuestra lacerante incompletitud.
Nuestra búsqueda sin fin.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home