Una pequeña aclaración
Bien, tienes razón tú mi interlocutor, mi otro (pibe, chamaco, mozuelo, flaquito, pana, parcero, hommie, compita, mate, ami) hay que hacer una pausa a manera de aclaración antes de seguir. Favor de no malinterpretarme.
Vale la pena. Por favor léeme.
Inicié algo y habré de explicarlo, el derrame emocional empezó ( no en orden cronológico eso sí) hablaré de cada una de las mujeres que verdaderamente amé (todas aquellas que nunca dejaron de estar en mí y las que tienen aún ese lugar en mi corazón, las que cambiaron mi vida y las que -aun en estos días- me mostraron cuán equivocado estuve, cuan letal fui, cuán perdido estaba. Escribo de cada una de ellas porque no supieron en lo que me transformé, me fui o las alejé, las dejé ir o no supe cuidarlas. Evité que se quedaran a ver el hombre que ahora soy o intento ser con todo mi corazón. Escribo de cada una de esas bellas mujeres en las que aún pienso y me sigo preguntando qué habrá sido de sus vidas. Hablaré tanto de aquellas que por razones de vida no volví a ver; tanto como de las que aún ahora seguimos en contacto. Las que aún están aquí, cerquita. Sabrás que solo hay dos -entre todas- que tal vez sin darse cuenta o sin quererlo se quedaron para ver todo este tortuoso proceso en el que seguí haciendo daño pero también en el que todo cambió. Serán testigos reales que alcanzarán -espero- a ver no lo que yo hice (hace tiempo que me declaré incompetente en hacer un verdadero cambio en mi mismo) sino lo que alguien más está haciendo en mi. De ellas hablaré al final de esta serie porque siguen estando tan dulcemente presentes en mi vida que la historia sigue y no como parejas sino como grandes amigas y compañeras. Hablaré entonces de todas esas musas mías que fueron formando mi corazón y de nuestra historia. En todas las historias hay un factor común, yo no supe amar, no supe decir adiós, no supe quedarme. Yo soy el principal antagónico, el verdadero imbecil. No supe ser para ellas. Claro está, es mi versión y espero hacerle justicia a la honestidad y la autocrítica. Pero es simple, lo escribo en un momento de vida en el que me doy cuenta que en toda mi vida nunca pude amar correctamente porque no había experimentado el verdadero amor. Lo que daba era limitado, una falsificación desde mi punto de vista de algo más grande y que nos trasciende, daba un amor condicionado, imperfecto, egoísta, narcisista y superfluo. Escribo pues de y a esos magníficos seres que se atrevieron a dejarme acompañarles. Aún en esa inconsistencia e incompletitud. Entonces debo ser brutalmente honesto y aclarar que no tengo en mi corazón otra cosa mas que gratitud y respeto, tampoco tengo intención de vanagloriarme pues en todas estas historias de amor me equivoqué enormemente. También ellas, supongo, pero sólo puedo hablar de la parte que me corresponde.
Sabrán entonces- que también aplico la consigna del “si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”. Y habrá nombres que no me dicen nada ni me valdrá decir absolutamente nada sobre ellas y la historia que compartimos. Ojo, no me es lícito odiar en este momento de mi vida, pero soy muy claro en esto. No hay nada de mi para esos nombres. Nada. Mujeres que ame en su momento y sentí algo significativo pero que no me aportaron -en esencia- en este proceso retrospectivo y que no tendría nada que decir de ellas o su paso por mi vida…personas que no abonaron absolutamente nada a mi, mi hijo y mi familia. Y no tengo nada más para ellas que guardar silencio.
Lo que ama se nombra. Decir sus nombres es algo más que garabatear, es asumir que ese nombre cala y cala muy dentro. Decir su nombres (no sus apellidos) es reconocerlas y ligar ese recuerdo a sus letras. Es delimitar su territorio tan único en mi corazón.
Y sobre volar?
Paréntesis sobre el uso de volar como metáfora. Un poco para -también aclarar el punto anterior-. Volar en este contexto significa la consciencia y la certeza de que no nacimos para cumplir un molde o un supuesto, un deber ser. Volar es saber que todos tenemos un propósito tan personal como único. Y totalmente responsable pues. Volar es estar convencidos que estamos diseñados específicamente para ir a por el. Volar es estar tan preocupados usando las alas en una dirección específica, que no se intenta controlar la historia porque estamos en ese propósito de vida. Volar junto a alguien supone en todo caso tener consciencia del propio vuelo y el respeto por el otro y su vuelo. El respeto de no intervenir y de saberse un compañero que hace exactamente lo mismo: volar. Volar Justo nos pone en un mismo aire y en ese sentido nos iguala. En esa condición entonces no hay juicio, control o acaparamiento. Las personas que obstruyeron ese vuelo no están aquí.
Los caballeros no tienen memoria? Tal vez. Pero también este es y será un último experimento creativo, terapéutico, narrativo y espiritual en el que trataré de dar gracias, aceptar mi responsabilidad afectiva y saber pedir perdón. Aprender para la persona que está esperando por mi y yo por ella. Aceptar para verdaderamente cambiar. Ser para el otro y no sentir que uno se anula, ser para el otro por y con amor, con alegría y saber que el otro sabe -a ciencia cierta- ver esa intención del corazón sin juzgar, sin demandar.
Y sabrán que es más un ejercicio vital y necesario en esta fase de mi vida, reconocer y decir lo que no pude decirles en esas tantas vidas pasadas en las que fui a su lado. Porque no tenía lo que tengo ahora -por un lado- y porque afortunadamente algo ha cambiado en mi -por otro-. Es, de alguna manera, mostrar que no se elimina del todo lo que alguna vez se amó, sino que se incorpora a nuestra narrativa, cada historia es determinante y son elementos fundamentales, paradigmáticos que marcaron mi vida. Ahora entiendo y veo un poco más claro porque sé a quien acudir para reconocer mi falibilidad. También es el recuerdo y testimonio para la mujer que será la definitiva en mi vida; con la que envejeceré, la mujer testigo que finalmente podrá saber a partir de éste mapa si efectivamente he aprendido la lección. Con la que finalmente vuele a la par. Ella sabrá leerme y sabrá ver que mi intención es reconocer que sólo soy un patan en recuperación. Si un patán que se avergüenza y renuncia definitivamente a esa, su naturaleza. Consciente de que no aspiro ser más que un corazón contrito que se quiere completar. A estas alturas del partido -ella- sabrá que no soy una aparición espontánea, no soy “nuevo”, que no viví aislado, que soy de segunda mano como todos y que soy también el resultado de buenas y malas decisiones, formado -como onda que soy- por una historia afectiva que la impactará; que tengo precedentes, amorosas referencias de una micro evolución en la que reconozco que no soy absolutamente perfecto pero estoy dispuesto a mejorar y aprender de cada paso. Con ella. Ella -lo sé- sabrá leerlo. Y sabrá juzgar o comprender. Sabrá que he amado y me han amado profundamente. Que lastime y me lastimaron de la misma manera. Y que quiero hacerlo todo distinto ésta vez. También y no menos importante, es la explicación a mi hijo del porque su papá le insiste en hackear su masculinidad y formarse como un buen amigo y compañero. A veces -como padres- se nos olvida que podríamos enseñar a nuestros hij@s el complejo arte de ser una buena pareja. Enseñarlos a amar y ser amados también es una formación indispensable. En mi caso, a mi hijo le tocará aprender del peor de todos los hombres pero supongo que alguna ventaja tendrá partir del hecho de que fallé en todo y aún sigo teniendo la esperanza -en mi acidez- que envejeceré con alguien a quien le daré lo mejor de mi. También sabrá que no soy yo el responsable de mi rehabilitación, que alguien infinitamente superior a mi me ha cambiado y me transforma cada día y que me sigue enseñando que no puedo dar amor sin quebrantamiento y humildad, sin agradecimiento y conciencia de que soy absolutamente imperfecto. Sin reconocer que el amor que necesitamos dar, no surge de nosotros totalmente, que proviene y se complementa de un amor inmenso. Mi hijo, la mujer para que fui creado, mi familia, mis amigos sabrán exactamente que ahora soy una criatura nueva, un ser en proceso que no se puede amar, ni amar sin haber experimentado el único amor verdadero qué hay y que sobrepasa todo entendimiento.
Dicho lo anterior. Partamos del hecho -habrá que aceptarlo- que el único malo de cada historia narrada aquí, soy yo.
Entendido el principio constructivo de este ejercicio. Sigamos.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home