sólo una oportunidad

Hoy sentado en el contén del tedio, en la equinita de mi muralla de bienestar quejumbroso. En mi esfera de “hombre civilizado” con aspiraciones socialmente justificadas, seguro de nada y de todo al mismo tiempo, ahí recargado en mi decepción-deseo de clase mediero en extinción con su depresión creada por lo que no se tiene, vi pasar a un indigente. Caminaba más seguro que el burócrata encorbatado, la mujer esa que insegura se arreglo cuando se vio reflejada en un ventanal. Caminaba, si, con un ejercito de moscas rondándole como buitres esperando que colapse en cualquier momento, con un olor tan fétido que carcomía las fosas nasales – oliendo a toda la humanidad, a lo honesto de nuestra podredumbre, oliendo a todas las miradas indiferentes que se embarran en él, como si él fuera una esponja que absorbe los pensamientos de quien lo ve pasar y terminaran bosquejando todo lo que este hombre-situación les hace ver, el reflejo de todos sus miedos -, con esas lapas de mugre y grasa que lo van camuflajeando en esta ciudad gris. Y pasó delante de mi y con él la certeza de todos mis problemas, la negligente y estúpida sensación de que soy un frívolo, leproso incidental.La diferencia entre él y yo…viéndolo a distancia, es mínima…la diferencia simplemente es una oportunidad.