viajeros de cristal
Siempre me ha llamado la atención ese entusiasmo del que ha viajado, es como el síndrome del mexicano que despotrica de lo mexicano cuando conoce otras culturas. Es lo que yo llamo un malinchismo sofisticado y socialmente “inn”. En ese jaloneo ideocincrático, uno puede llegar a pensar que, dijera Kundera, la vida está en otra parte. Y está!!!!!!! Y tenemos nostalgias de aquellos lugares en los que nos gustaría estar y lo deseamos al punto de sentirnos incómodos aqui. Sorprende ver que, parte de nuestra mexicanidad es no querer ser mexicanos. Escucho a la gente que sale y conoce otros lugares y los oigo decir que todo es mejor que aquí y yo he sido consecuente y hasta un solapador empedernido hablando de lo mal que está nuestro país, me he cachado dándole más argumentos a la gente de su descontento por regresar y construirse esa muralla de comparaciones. Pero luego pienso un poco en Kant y en Pessoa y en esa gente que se quiso quedar de este lado –no aquí, pero si en sus lugares- y bueno me doy cuenta…no eran mexicanos, aún así por decisión o por amor o sabrá que loca excentricidad decidieron quedarse y aceptar la otra ruta: ser universales. Pienso en cómo se quedaron para hacer más suya esa idea de que el espacio no nos determina si nuestra mente es libre.
Hay quienes el viajar es un proceso metafísico de reafirmación y confrontación, ir al super de la identidad. Hay quienes saliendo de su casa a la esquina les pasa todo, hay quienes han ido hasta le fin del mundo y no les pasa nada. Hay, como Bertold Brecht, quien viaja con un pedazo de su tierra, de su casa, para mostrarle al mundo de dónde viene y hay quienes, siempre, siempre, se saben el camino de regreso.
Mi lugar está donde te pueda amar.
Hay quienes el viajar es un proceso metafísico de reafirmación y confrontación, ir al super de la identidad. Hay quienes saliendo de su casa a la esquina les pasa todo, hay quienes han ido hasta le fin del mundo y no les pasa nada. Hay, como Bertold Brecht, quien viaja con un pedazo de su tierra, de su casa, para mostrarle al mundo de dónde viene y hay quienes, siempre, siempre, se saben el camino de regreso.
Mi lugar está donde te pueda amar.
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