Máscaras y paradójas
“el guerrero no trasciende por lo que ES, sino por lo que quiere ser” Proverbio Chino
“Y termino convirtiéndose en su propia máscara…quiso ser y fue” Mishima
¿Qué es una máscara? Un simulacro, una mentira…la mutación, el querer ser, la oportunidad de ser todo menos lo que se es. El guerrero, el cazador, el amante, el iniciado la usan y el mundo se reinventa. Qué sutil nuestro arte de ponernos y quitarnos máscaras. Nadie dice: “mira, aquél muchacho, trae una máscara nueva”…nos aferramos tanto a nuestras máscaras al punto que no soportamos cuando alguien puede cambiarla como cambia de vestido, no nos queremos dar cuenta que la máscara es el deseo hecho gesto, es el resultado de nuestro inconformismo existencial, de ese constante siempre querer ser, esa semilla compleja que algún Dios envidioso y travieso sembró en nuestra subjetividad o el acto redentor de hacer más llevadero ese compromiso de ser los seres que fueron creados para pensar…qué terrible peso, qué terrible bendición…es más, ni siquiera pensamos que somos, según Mishima, los únicos seres en el universo que se crearon el concepto de personificarse, reinventarse y querer ser otros…por placer y necesidad. Por eso la máscara se creo incluso antes que las artes, en ese afán de parecer más agresivos ante nuestros depredadores. Y así, nos volvimos tan sofisticadamente expertos en olvidarnos de la mejor de nuestras invenciones y terminamos incorporándola a nuestra personalidad cotidiana. La evolución es saber cambiar a tiempo de máscara. Prueba fehaciente de que la tecnología del subconsciente es nuestra más impresionante obra maestra. Pero seguimos vivos y no extintos.
Pero usamos máscaras como usamos nuestras paradójas para reinventarnos, sentirnos más vivos y lidiar con esta vida tan espantosamente monótona. La usa un niño con tal naturalidad como si hubiese sido escrito en su ADN, lo usan diariamente las gentes para entrar y salir del caudal social y no vemos nuestras máscaras por que a través de ellas vemos…
Máscaras y paradójas, no hay desnudéz sin morbo. Ciertamente mis máscaras son mi más preciada posesión. La máscara de estúpido, la máscara de humano, de hombre frágil, la máscara de pueril y trivial. Y como canción mexicana, hay una por cada miedo, por cada fe y cada emoción.
La diferencia entre cualquier ser humano no es lo que cada quien ES, sino lo quiere ser.
Si, el mundo se puso una máscara…los humanos.
“Y termino convirtiéndose en su propia máscara…quiso ser y fue” Mishima
¿Qué es una máscara? Un simulacro, una mentira…la mutación, el querer ser, la oportunidad de ser todo menos lo que se es. El guerrero, el cazador, el amante, el iniciado la usan y el mundo se reinventa. Qué sutil nuestro arte de ponernos y quitarnos máscaras. Nadie dice: “mira, aquél muchacho, trae una máscara nueva”…nos aferramos tanto a nuestras máscaras al punto que no soportamos cuando alguien puede cambiarla como cambia de vestido, no nos queremos dar cuenta que la máscara es el deseo hecho gesto, es el resultado de nuestro inconformismo existencial, de ese constante siempre querer ser, esa semilla compleja que algún Dios envidioso y travieso sembró en nuestra subjetividad o el acto redentor de hacer más llevadero ese compromiso de ser los seres que fueron creados para pensar…qué terrible peso, qué terrible bendición…es más, ni siquiera pensamos que somos, según Mishima, los únicos seres en el universo que se crearon el concepto de personificarse, reinventarse y querer ser otros…por placer y necesidad. Por eso la máscara se creo incluso antes que las artes, en ese afán de parecer más agresivos ante nuestros depredadores. Y así, nos volvimos tan sofisticadamente expertos en olvidarnos de la mejor de nuestras invenciones y terminamos incorporándola a nuestra personalidad cotidiana. La evolución es saber cambiar a tiempo de máscara. Prueba fehaciente de que la tecnología del subconsciente es nuestra más impresionante obra maestra. Pero seguimos vivos y no extintos.
Pero usamos máscaras como usamos nuestras paradójas para reinventarnos, sentirnos más vivos y lidiar con esta vida tan espantosamente monótona. La usa un niño con tal naturalidad como si hubiese sido escrito en su ADN, lo usan diariamente las gentes para entrar y salir del caudal social y no vemos nuestras máscaras por que a través de ellas vemos…
Máscaras y paradójas, no hay desnudéz sin morbo. Ciertamente mis máscaras son mi más preciada posesión. La máscara de estúpido, la máscara de humano, de hombre frágil, la máscara de pueril y trivial. Y como canción mexicana, hay una por cada miedo, por cada fe y cada emoción.
La diferencia entre cualquier ser humano no es lo que cada quien ES, sino lo quiere ser.
Si, el mundo se puso una máscara…los humanos.
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