INCONTINUUM

lunes, julio 18, 2022

Un separador que habla mientras camina

 Lo seguimos donde lo dejamos y donde lo dejamos quedaron dos sombras y un beso que siguen caminando en Madrid, aguardando un semáforo en Paris, huyéndole a la lluvia y el frío en una Ciudad de México y regresando por nuestros viejos pasos en una Tijuana en espiral y metamórfica. 

Lo seguimos donde lo dejamos porque esta historia no es un relato advenedizo o improvisado. Esta llena de palabras y de pasos esparcidos por muchas banquetas.  Es un delicado entramado de tácticas y estrategias que se fueron bosquejando desde hace más de 20 años atrás. 

No te espantes del ritmo y la cadencia de esta historia que le gusta estirarse y encogerse como un acordeón en el que vamos y venimos retomando esa conversación en la que nos contamos -asombrados- lo que nos pasó mientras regresamos -más grandes menos niños- a ese punto donde lo dejamos la última vez.

Seguimos donde lo dejamos??

Escribir, ese delay de vida

 Escribir por escribir. Escribir para no olvidar. Escribir para volver a vivir. Escribir para dejar un rastro. Escribir para que nos suelten. Escribir para que no nos dejen ir. Escribir para elaborar mientras se dice. Escribir para volver a empezar. Escribir para testificar. Escribir para estar menos roto. Escribir para lastimar menos. Escribir para estar más cerca. Escribir para alejarse un poco. Escribir para desangrarse. Escribir para reagruparse. Escribir para saberse replegar. Escribir para descubrir. Escribir para exorcizar. Escribir para no explotar. Escribir para provocar una respuesta. Escribir para no seguir hablando. Escribir porque no queda de otra. Escribir para ir más lento. Escribir para soñar. Escribir para despertar y despertarnos (sí café sin azúcar por favor). Escribir para hundirse como una piedra. Escribir para flotar como un madero. Escribir para sobrevivirse. Escribir para terminar de fracasar. Escribir para ponerle una pausa a lo inevitable. Escribir para seguir de pie. Escribir para saber caer. Escribir para vivir. Escribir por escribir.

Escribir.

domingo, julio 17, 2022

Hacemos lo que podemos

Sólo hacemos lo que podemos para hacer algo bueno en este mundo, que - su vez- es un mar de posibilidades en el que terminamos haciendo lo malo y mostrando lo peor de nuestra especie.
Hacemos lo que podemos.
Lo que podemos.
Sólo.

 

miércoles, julio 13, 2022

Los viajes son los viajeros

“Los viajes son los viajeros” decía Pessoa, como el arte son los artistas y el amor son los amantes. El hacer debería definir lo que tanto deseamos describir, no al revés; el contar le da vida, pertinencia, existencia; lo enmarca y el que lo hace es testigo y lo deja a la posteridad como algo vivo y algo para recrear. Si todo es auto referencial y las grandes historias, las grandes canciones, los grandes poemas y las grandes odiseas las termina por contar el corazón más aguzado, el más comprometido, el más capaz o simplemente el único sobreviviente, cuántas historias terminaron en el olvido??Cuántas “versiones alternativas”, cuántos viajes, cuántas historias, cuántos personajes entrañables, cuántos villanos solapados, cuántas advertencias, cuánta vida, cuantas aventuras que jamás mostraron su punto de vista. Cuánto se perdió porque nadie se tomó la molestia de expresarlo aún cuando estuviese impregnado de parcial referencia, aún cuánto subsistiera de pura y llana subjetividad. Cuánto, cuánto nunca se contó o cantó, cuánto terminó en el olvido. Cuántos lugares, tiempos, amantes, palabras, canciones, sensaciones universales sí pero destejidas e insospechadas. 

Deberíamos terminar esa frase: los viajeros son los viajeros, sí, los viajeros que regresan y están dispuestos a narrar lo que vivieron. Lo que no se cuenta está condenado al olvido.  De ese otro lado nadie más dirá nada más. Enmarcamos -de entre todo lo insoportablemente cotidiano- lo que queremos que de nosotros nos sobreviva cuando ya no estemos más aquí.
Contar sobre algo o alguien es un acto tan valiente como generoso. Sé que de cada una de las personas que escribí, escribo y escribiré seré testigo, son mis viajes más recordados, mis canciones más sentidas, mis historias más atesoradas.
Por eso desletrarse…por eso escribir y escribir porque al hacerlo ponemos rutas y pines al mapa. Porque queremos regresar a contar lo que vale la pena.

sábado, julio 09, 2022

Punto de partida

Partir de todo lo que descubrimos que no es amor. Estamos en ese peligroso punto en el que todo se idealiza y pareciera que nada se parece a lo que está delante de nosotros, existe esa pequeña y vulnerable convicción de que todo lo pasado (dolor y felicidad) nos trajo a este punto. Estamos en esa bifurcación entre idealizar y llenar este camino de expectativas o tener conciencia plena de que todo está por construirse, echarse un clavado más por decisión que por fe. Pero en este delicioso punto ciego hay que irnos con cuidado. Propongo, como lo hemos venido haciendo, a poner límites a partir de la evidencia de todas nuestras piezas rotas (no porque me veas más o menos entero significa que no fui roto o rompí en el proceso). En este momento debería de advertirte que no soy recomendable, que de camino a este punto me tomé el tiempo para confrontarme y saber que no puedo ocultar que soy hombre, hijo de hombre, que soy peligroso y que debo de ser desactivado como una bomba de herencias y cegueras. Mis cegueras y los que no vieron hacen parte de mi. Estoy convencido que debemos tener una etiqueta como la cajetilla de esos cigarros en la que se advierta que amar puede matar. Matar un poquito pero matar al fin y al cabo. Partir de lo más duro, lo más oscuro y lo más sórdido. Partir de presentarnos por lo que somos: unos salvajes salvados por el amor, la paciencia y no por nuestro civilizado autoengaño de ser víctimas o victimarios. Torpes emocionales. Partir de todos nuestros errores para intentar no volver a repetirlos, esa condición de reconfiguracion es indispensable para hacer que lo que venga tenga su espacio y hacer que dure. Un buen principio no nace de la improvisación sino de una deconstrucción a manera de confesión y ahora está en tus manos.  No está mal empezar por hablar a detalle ( a profundidad y sin juicio) de lo terribles que hemos sido, de nuestra latente letalidad, de los monstruos que hemos venido cargando, de nuestra co responsabilidad para inventarnos historias de terror en las que terminamos viviendo cómodamente inmunes a nuestra condición virulenta de destruir lo que alguna vez amamos y de los aprendizajes que nos trajeron hasta aquí incompletos pero con más disposición y más asombro, más valentía y más humildad que nunca. Si hay algo que nos salva de nosotros mismos es la fe de un otro sobre nosotros, es así como este universo está hecho  no por la individualidad de sus átomos sino del vínculo entre ellos. Así de simple y así de poco humanista.

No concibo ningún principio de algo con un perdón y un acto de contrición. De un reconocimiento que somos deseantes de segunda mano, usados por nuestros egoísmos, nuestras deslealtades y nuestros miedos. No concibo ningún verdadero crecimiento sin darnos cuenta que estamos diseñados para conectar y como medios nunca seremos un fin.

Puedo empezar por describir mi lado más oscuro, donde lo más bizarro de mi puede espantarte. Veo cómo tu seriedad llega al límite entre un asombro desencajado y esa tristeza que diluye toda expectativa sobre esperanzadora, rallando en miedo y total precaución. Prefiero desencantarte absolutamente para que tu siguiente paso sea tan perfectamente calculado como para que el siguiente termine siendo el paso que sirvió para despegar. No puedo y no quiero ser anulado por tus expectativas, sustituido por tus deseos. No soy el pago a las deudas que creíste que la vida tenía contigo -se que eres lo suficientemente sabia como para pensar que la vida no nos debe nada- no seré el limbo que promete el fin de todos tus problemas (de hecho soy uno que adquieres con un poco más de consciencia por saber que  de alguna manera estamos develando juntos el verdadero precio); tampoco soy el analgésico para tu dolor. Soy todos mis clariobscuros, mis luces y mis sombras, soy deseo y soy error, soy fracaso pero también soy consciencia y despertamiento como sé que lo eres tú. Soy testigo para nada juez y sé que tú también lo eres. 

Es brutal y abrumador. Termino un monólogo que va de todo menos de narcisista (una especie de curriculum del perdedor del año y el triunfo sistematico -dijera González- de todos los fracasos ); me ves a los ojos y veo cómo todo tu cuerpo prepara una sonrisa que realmente duele pero que surge de lo más profundo de ti. Pero veo más fe que convicción. Y finalmente lo haces. Sospecho que has tomado una decisión, te levantas y me dices “Vamos”. Me lo dices con tus ojos, con tus manos.

Aquí vamos

viernes, julio 08, 2022

Tu mano en mi mejilla

Estás conduciendo. Vemos juntos hacia adelante. El paisaje es espectacular y hacemos algo que nos sale bien: estar juntos. Nuestra mirada es general, nuestra conversación es muy específica. No hay música (no la extraño y eso es suficientemente sospechoso) hablamos, escuchamos, reímos, eventualmente nos tocamos. En algún momento, que nunca puedo anticipar, separas tu mano del volante y tu mano llega a mi mejilla y me acaricias y sin pensarlo volteo a verte. Guardo silencio. Sonríes. Algo se desata y algo se vuelve a conectar. Algo dentro de mi sonríe. Y tú, orgullosa, sabes -sin tantos protocolos- cómo recordarme que soy irremediablemente tuyo.

Tú tocas, yo entiendo.

Pintando la raya

 Aquí, otra vez, tú y yo de frente. Cara a cara. Sabemos -sin duda alguna- que si damos un paso hacia adelante será para no dar vuelta atrás. Sabemos que todo nos trajo exactamente  a este punto donde “pintamos la raya” y -viéndonos a los ojos- sabremos que nuestros pasos no dudarán más en ir hacia adelante. 

Tus ojos me siguen recordando la razón por la que nunca me fui del todo. Tu claridad me trajo de nuevo aquí. Y preguntas “lo lograremos??”. Estamos aquí cansados de conversar y de reír. Podría envejecer así contigo o volver a creer que todo puede mejorar. Sigues dudándolo?

Y seguimos aquí en esta espiral que nos sigue trayendo a este mismo y exacto punto en el que conectamos nuestras distancias, nuestros destiempos solo para hallarnos -casi totalmente, como siempre- en esta delicia de  alargar este adiós que nunca terminó de alcanzarnos.