INCONTINUUM

lunes, mayo 22, 2006

Un cuento

Érase un hombre que jugaba con las palabras y era feliz, pero como aquel hombre que jugó alguna vez con el fuego y se quemó, nuestro hombre se dió cuenta que las palabras eran caprichosas y sumamente fascinantes. Pero no se quemó, tuvo la conciencia de que las palabras eran seres vivos, libre e independientes. Y se dejó vestir por ellas, vivió en constante enamoramiento, terminó definido por ellas.
Donde algunos veían hadas ese hombre veía palabras, algunas tenían alas, otras no, pero todas volaban y su vuelo lo estremecían tanto que una estrella nacía cada vez que él sonreía.