Oficio transmutable

Mi oficio más preciado es el de sentarme a soñar. También sueño de píe...de lado...y bueno como tradicionalmente se acostumbra: acostado. No me sorprende que termine con un profundo calambre en mi cuerpo...signo inequivoco de que he pasado mucho tiempo en la misma posición. Soñar ha sido mi más asequible lujo, mi más arraigado placer.
Algo que también complementa este oficio es darme cuenta de que lo mejor de mi vida lo he soñado alguna vez, de alguna manera ha sido el mejor estímulo para seguir en este oficio...pero también ese esperar con toda la humildad y gratitud hasta encontrarme que esos sueños se cumplen es un placer igual de importante en este oficio de soñar. Pero, momento, por otro lado hay que aclarar que no es solamente sentir placer por los sueños que se cumplen, los plausibles, los conseguibles, los reales, los que de adultos se nos permite tener...también hay un placer agudo y profundo en aquellos que se persiguen toda una vida, esos sueños que permanecen intactos desde mi infancia, sueños que aún no se cumplen, que se agudizan y se complementan, sueños menos elaborados y menos reales, pero no necesariamente menos verdaderos...esos sueños cuasi imposibles que nos hacen totalmente distintos de otros soñadores y al mismo tiempo sumamente parecidos...el sueño de amar eternamente!!!!!!...al punto de que parecemos de una extraña raza humana en extinción...al fin, uno, sabe muy en el fondo del alma, que un sueño es más compartible que un lenguaje, más entrañable que una patria y más anhelable que una verdad...
A todos los personajes de mi vida...aqui sigo, sin dirección postal definible, sin raices que me hundan en este mundo....pero si con pájaros que vuelan sobre mi cabeza...soñador intinerante...soñador empedernido.