Cielo
Italo Calvino me enseñó, en su "Ciudades Invisibles", que no hay que acostumbrarse al infierno que el hombre se construye todos los días al no lograr distingir lo que es luz y lo que es oscuridad. Hay que saber ver lo que no es infierno y darle el lugar que quiera tomar en nuestras vidas.
NO me acostumbro a esta ciudad. NO me acostumbro a la ignominia y la indiferencia de los hombres arraigados en ese vicio de la intolerancia y la codicia. No me acostumbro a esa ignorancia voluntaria, que se cree merecida por la comodidad de no tener conciencia. NO me acostumbro a esa falta de respeto por la individualidad y la magia de la imaginación. NO me acostumbro a la prepotencia y la quimera del poder. NO me acostumbro a la sombra que nubla toda luz de esperanza. NO me acostumbro a la resignación.
Con esa misma fuerza no me acostumbro a tu ausencia, ni a esa distancia menudita que se forma cuando te necesito más que otros días.
Pero a diferencia de esa resignación de acostumbrarse al infierno y asi dejar de verlo, existe la contraparte de seguir en la búsqueda y sobre todas estas cosas que se juegan en el tablero de lo que es o no es luz, oficio espiritual de los que soñamos con un mundo más habitable y más alumbrable, esta la certeza de que tu eres cielo, la convicción de que eres luz...y ese, un secreto a voces, es mi tesoro más preciado. La conciencia de haber encontrado el pedazo inmenso de cielo desde el cual asomarse al universo.
NO me acostumbro a esta ciudad. NO me acostumbro a la ignominia y la indiferencia de los hombres arraigados en ese vicio de la intolerancia y la codicia. No me acostumbro a esa ignorancia voluntaria, que se cree merecida por la comodidad de no tener conciencia. NO me acostumbro a esa falta de respeto por la individualidad y la magia de la imaginación. NO me acostumbro a la prepotencia y la quimera del poder. NO me acostumbro a la sombra que nubla toda luz de esperanza. NO me acostumbro a la resignación.
Con esa misma fuerza no me acostumbro a tu ausencia, ni a esa distancia menudita que se forma cuando te necesito más que otros días.
Pero a diferencia de esa resignación de acostumbrarse al infierno y asi dejar de verlo, existe la contraparte de seguir en la búsqueda y sobre todas estas cosas que se juegan en el tablero de lo que es o no es luz, oficio espiritual de los que soñamos con un mundo más habitable y más alumbrable, esta la certeza de que tu eres cielo, la convicción de que eres luz...y ese, un secreto a voces, es mi tesoro más preciado. La conciencia de haber encontrado el pedazo inmenso de cielo desde el cual asomarse al universo.
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